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Junio-julio, 2012

La búsqueda de un árbol de hace 1,500 años

Un antiguo árbol podría solucionar el problemático fechamiento de la gran erupción de Ilopango, y confirmar la teoría avanzada por el Dr. Robert Dull y otros que su impacto no solo era regional, sino mundial.

En junio y julio, 2012, FUNDAR colaboró en una investigación que intenta precisar la datación de la erupción TBJ de Ilopango, el cual fue el mayor desastre natural en toda la historia humana de la región. Por determinadas razones, es crucial a este estudio localizar un árbol que ya era viejo en el momento de la erupción, conservado bajo el manto de "tierra blanca". El estudio es liderado por Robert Dull.

A continuación, se describe el problema que aborda esta investigación, y se narra el descubrimiento de un antiguo árbol que podría resolverlo (texto y fotos por Paul Amaroli).


El lago de Ilopango es hermoso, pero hace unos 1,500 años, la mega-erupción de su caldera destruyó el sureste del mundo maya, y posiblemente tuvo repercusiones mundiales.

 

La erupción de Ilopango expulsó unos 80 kilómetros cúbicos de tefra fina de color blanco, conocido como Tierra Blanca Joven (TBJ). Cerca del lago, los depósitos alcanzan más de 60 metros de espesor. Esta ceniza se erosiona con facilidad, como se ve en la foto arriba de un gran barranco ubicado al norte de Soyapango. Aún a distancias de 70 kilómetros, se ha registrado espesores de hasta medio metro.

 

La erupción empezó con flujos piroclásticos que alcanzaron hasta 45 kilómetros desde la caldera, que generalmente incineraban todo a su paso – algo que probablemente mató a decenas de miles de personas. Luego siguió la caída de TBJ, llegando a distancias muchos mayores y causando la muerte eventual a mucha gente más, y el desplazamiento de refugiados que lograron sobrevivir. Hoy día, los depósitos de TBJ son aprovechados para su uso en la construcción, así como para fabricar ladrillo y teja artesanal.

 

Una ladrillera tradicional con TBJ lista para ser mezclada con arena, barro y agua. La mezcla es pasada a gradillas (moldes) y luego secado y quemado en el horno al fondo.

 

Las quemas en estos hornos duran unas 12 horas, durante las cuales se alimentan constantemente con leña.

 

Las exposiciones de TBJ también son aprovechadas por el pájaro nacional de El Salvador, el torogoz, que excava sus nidos como túneles en la ceniza friable. Este torogoz le lleva un gusano a su cría.

 

Existe un problema en fechar la erupción TBJ de Ilopango. Hace tres décadas, su fecha fue estimada como 260 d.C. En 2001, Robert Dull y otros publicaron una nueva datación, entre 410 y 540 d.C. (2 sigma), con muestras cuidadosamente seleccionadas y utilizando el método AMS de radiocarbon. Dull ha continuado investigando la fecha. Se han localizado varias ramas o troncos pequeños que fueron tumbados y carbonizados en flujos piroclásticos, como los aquí ilustrados. Dull ha obtenido unas 13 dataciones de radiocarbono de muestras tomadas de la superficie de un tronco, de madera que corresponde estrechamente en edad a la erupción. En un estudio independiente patrocinado por FUNDAR, se obtuvo una fecha de la superficie de una muestra tomada por Paul Amaroli del tronco en la foto, expuesto en la entrada al turicentro Los Chorros. Sin embargo, como señala Robert Dull, aunque los resultados coinciden en que la erupción pudo haber sido por 530-540 d.C., las irregularidades en la curva de calibración para esta época introducen un error excesivo (o más bien, un amplio rango de probabilidades). Dull y otros han sugerido la apasionante posibilidad de que la erupción de Ilopango haya sido el causante del llamado “Gran evento de velo de polvo”, registrado en documentos históricos de Europa y Asia en el año de 536 d.C. Se dio un enfriamiento del clima que hizo perder las cosechas y condujo a hambruna. El análisis de crecimiento de árboles (mediante sus anillos anuales) también apunta a un enfriamiento mundial en esa época. Se han documentado "espigas" de sulfato en las capas de hielo en ambos polos para el período aproximado de 530-540 d.C., lo cual indica que el causante del enfriamiento haya sido una gran erupción volcánico situada más o menos entre los polos y muy probablemente en algún punto de la zona intertropical, tal como es el caso de Ilopango. Pero para que esta vinculación con Ilopango tenga credibilidad, hace falta afinar la datación de la erupción.

 

La teoría de que la erupción de Ilopango fue el causante del evento mundial de 536 d.C. fue resumida por Robert Dull y colegas en este afiche presentado en 2010, en la reunión de la American Geophysical Union celebrada en San Francisco (pulse en la imagen para ver una versión más grande).

 

El Dr. Robert Dull (izquierda) y Geólogo Walter Hernández (derecha) inspeccionan una exposición de TBJ en Verapaz (departamento de San Vicente).

 

¿Cómo, entonces, precisar la fecha de la erupción de Ilopango? En junio, 2012, Robert Dull se puso en contacto con Paul Amaroli para colaborar en la búsqueda de un tronco grande sepultado en la TBJ. El corazón de un tronco grande – es decir, de un árbol venerable – podría remontarse en edad antes del período de gran irregularidad en la curva de calibración de fechas de radiocarbono, constituyendo así un firme punto de referencia para despejar las variadas probabilidades posteriores ya mencionadas. Hace varios años, Amaroli supo del supuesto hallazgo de troncos en un banco de extracción de TBJ, pero no fue posible ingresar a la zona. Con este renovado interés, se visitó la zona con el estudiante de arqueología, Edgar Cabrera (quien aparece en la foto, arriba). Se había dejado de sacar TBJ desde hace mucho, pero con la ayuda de un residente se pudo localizar algo que causó profunda impresión: un árbol aún erguido debajo de la TBJ, que milagrosamente los extractores de TBJ había perdonado, dejándolo justamente en un corte. Y no solo esto, el árbol estaba conservado como madera, no carbón (estando solo un poco chamuscado en la superficie), aparentemente porque el flujo piroclástico que llegó hasta este punto no era tan caliente como para carbonizarlo, y por haber quedado herméticamente sellado, y así protegido, por la TBJ.

 

Detalle de la superficie del árbol. Es extremadamente raro encontrar madera conservada en esta región, con su ambiente cálido y húmedo.

 

El objetivo, entonces, era de tomar muestras del árbol. Con la autorización de la Secretaría de Cultura y la ayuda del personal experto de Cihuatán, primero se liberó el árbol de la TBJ. Esta foto fue tomada durante el proceso, notándose dos ramas (o troncos pequeños) que fueron tumbadas por el flujo piroclástico y terminaron detrás del árbol. El mismo flujo violento astilló la parte superior del árbol. Con agradecimientos a Gustavo Milán (Director Nacional de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura) por haber autorizado este trabajo.

 

La violencia del flujo piroclástico también fue atestiguada por los numerosos fragmentos de ramitas y de madera astillada que encontramos dispersos en la matriz de TBJ que rodeaba el árbol.

 

El árbol fue expuesto hasta el suelo existente en el momento de la erupción (el paleosuelo), de color café muy oscuro. Fue asombroso ver las raíces intactas, aún tenazmente prendidas de la tierra. En la foto se observa como la TBJ se acumuló de manera abultada sobre el principio de las raíces. El fuerte sistema de raíces sin duda ayudó que el árbol se mantuviera erguido durante la erupción. Favor notar que esto no se trataba de una excavación arqueológica, sino de una rápida exposición de índole geológica que se tuvo que completar dentro de un solo día debido a varias razones.

 

El equipo de exposición posando con un árbol de hace 1,500 años. Pastor Gálvez, Miguel Angel Pineda Pineda, Miguel Angel Pineda Castillo, Antonio Castillo, Rutilio González y Paul Amaroli (foto por Edgar Cabrera).

 

Como se mencionó, el objetivo era de tomar muestras importantes, y para tal efecto, con Rob Dull, fue necesario tomar secciones (rodajas) del tronco. Causó tristeza, aunque no se puede dudar que al contrario el destino del árbol hubiera sido su pronta destrucción. Cuando fue parcialmente expuesto hace varios años, se rompió su “sello” de TBJ y empezaron los procesos de deterioro. Ahora se encontró que una parte del árbol ya tenía comején y otra parte alojaba un hormiguero, además de tener señales de pudrimiento. En esta foto se utiliza una motosierra para talar un árbol de hace 1,500 años. Su madera es muy dura y pesada. Estuvo presente un equipo de filmación que, con Robert Dull, elabora un documental sobre la erupción de Ilopango.

 

Se cortó una sección del tronco, que posteriormente fue partido en varias rodajas de muestra. El tronco ha sido depositado en el MUNA, con la esperanza de que a futuro sea utilizado en una exhibición sobre la erupción de Ilopango.

 

Robert Dull y el equipo de filmación.

 

Una de las rodajas de muestra. El corazón de algunas rodajas estaba desprendido, pero en estos casos registramos su posición correcta. En su punto de corte, mide entre 57 y 69 centímetros en diámetro. Se identificará la clase de árbol; tentativamente, algunas personas han opinado que podría ser chichipate (Acosmium Panamense) o copinol (Hymenaea courbaril).

 

La caldera de Ilopango ha hecho cuatro grandes erupciones (y otras menores), que se denominan, desde la más reciente a la más antigua, como TB1 a TB4 (también tuvo episodios mucho más antiguos, pero ellos son una historia aparte). La erupción TB1 depósito la tefra muy blanca conocida como Tierra Blanca Joven (TBJ) por el siglo VI d.C., cuando el territorio nacional estaba densamente poblado. Se cree que la erupción más antigua (TB4) habría ocurrido hace unos 30,000 o 40,000 años. Este corte de construcción por Apopa permite ver estratos de las cuatro erupciones. Walter Hernández (SNET) y Herbert Erquicia (Universidad Tecnológica de El Salvador, UTEC) actualmente están investigando la larga historia eruptiva de Ilopango.

 

Hay evidencia de que esta región estaba densamente poblada en el momento de la erupción TBJ de Ilopango. Cuando los cortes de construcción (para caminos, urbanizaciones y otras obras) penetran debajo de la TBJ, nos proporcionan vistazos del paisaje sepultado hace 1,500 años. Y todo indica que fue un paisaje sumamente agrícola, o cultivado o descansando entre episodios de cultivo. Hasta el momento se han notado medio centenar de campos con surcos y camellones cubierto por la TBJ en lugares planos como el valle de Zapotitán, pero también en pendientes, como las lomas camino a Huizucar (ilustrado en la foto). Aún no se ha encontrado evidencia directa de las plantas cultivadas, pero se supone que incluían maíz y yuca. Casi nunca se encuentran vestigios de árboles o arbustos. Se puede conjeturar que el territorio profundamente cubierto por la TBJ contenía algunos centros mayas importantes, cada uno dominando una red de asentamientos menores. ¿Dónde están? En varios cortes, se ha notado la presencia de tiestos y obsidiana (deshechos domésticos) en el antiguo suelo, pero en muchos casos, estos serían de sitios arqueológicos ya antiguos cuando cayó la TBJ.

 

En unos pocos casos, los campos de cultivo están asociados con fosas campaniformes, que fueron excavados hasta una profundidad de 1.5 a 2 metros, aproximadamente. Estos son rasgos domésticos comunes en Mesoamérica durante el Preclásico, y se distribuyen alrededor de casas. Se cree que servían para guardar granos, aunque su uso final muchas veces fue como basurero, y ocasionalmente como sepultura. Sin embargo, no se ha encontrado un ejemplar que estuviera en uso cuando cayó la TBJ. La foto muestra un campo de cultivo con un rasgo campaniforme (llamado también como “tronco-cónico”) señalado por la flecha. El cultivo pasaba encima de la boca del rasgo, evidenciando que ya estaba en desuso. El campo de cultivo está ubicado en la entrada al Parque Saburo Hirao en el área metropolitana de San Salvador.

 

Aparte de sus mega-erupciones, Ilopango ha tenido bastante actividad menor. La última erupción – afortunadamente pequeña – fue entre diciembre, 1879 y marzo, 1880. La erupción fue acompañada por terremotos y súbitos cambios en el nivel del lago. Una columna de vapor salió del lago (ilustrado en este grabado) y nueva lava emergió ligeramente de su superficie, quedando como los actuales Cerros Quemados. Ilopango ha sido estudiado por numerosos especialistas.

 

2019: Publicación de resultados

En julio, 2019, se publicó un artículo en la revista Quaternary Science Reviews que presenta los resultados del análisis del árbol, junto con otros estudios sobre la megaerupción de Ilopango. El artículo se titula, "Radiocarbon and geologic evidence reveal Ilopango volcano as source of the colossal 'mystery' eruption of 539/40 CE" (Evidencia geológica y de radiocarbono señalan el volcán de Ilopango como el origen de la 'misteriosa' erupción colosal de 539/540 d.C.), con autoría de Robert Dull, John Southon, Steffen Kutterolf, Kevin Anchukaitis, Armin Freundt, David Wahl, Payson Sheets, Paul Amaroli, Walter Hernández, Michal Wiemann y Clive Oppenheimer.

Los nuevos estudios geológicos indican que el volumen de la erupción de Ilopango fue mucho mayor de lo que se suponía, de un mínimo de 106.5 kilómetros cúbicos de tefra. Esto significa ahora se le puede atribuir un VEI (Volcanic Explosivity Index - Índice de Explosividad Volcánica) de 7, con lo cual Ilopango se coloca entre las mayores erupciones a nivel mundial de los últimos 7,000 años.

Los estudios geológicos también amplian por mucho el alcance de la erupción. En su primera etapa, tremendos flujos piroclásticos salieron de la caldera de Ilopango con velocidades en exceso de 200 kilómetros por hora, consistentes en gases muy calientes y tefra, capaz de carbonizar árboles (y gente) a su paso. Ahora se ha reconocido un alcance mucho mayor para estos flujos dantescos, cubriendo más de 2,000 kilómetros cuadrados. Estos flujos fueron seguidos por la deposición de tefra (ceniza y otros materiales arrojados por el aire) que, si bien fue menos violento, cubrió mucho más territorio. Los dos planos que siguen son del artículo e ilustran los flujos piroclásticos y alcance de tefra. Se estima que la erupción mató a cientos de miles de personas - la mayor pérdida de vida human en el hemisferio antes de las invasiones europeas con las pandemias que introdujeron.

Alcance de flujos piroclásticos. Los números indican espesores en metros.

 

Alcance de tefra. Los números indican espesores en centímetros.

 

Con respecto al fechamiento, se hizo datación de radiocarbono para unas 100 muestras del árbol en cuestión, y de otro árbol, de importancia secundaria, que se hallaba a unos metros de distancia. Incorporando dataciones anteriores de una muestra tomada en Los Chorros, se calcula que la erupción fue entre 503 y 545 d.C. con una probabilidad del 95.4%. El análisis estadístico de los resultados plantea que la erupción probablemente fue en 539/540 d.C.

Los estudios de "espigas" de sulfatos en las capas polares de hielo señalan que hubo dos megaerupciones entre 535 y 540 d.C. La primera habría sido por 536 d.C. y habría estado en el hemisferio norte, a una latitud considerablemente mayor que el territorio salvadoreño, de un volcán aún no determinado, ya que sus sulfatos solo están representados en el hielo polar norte. La segunda, por 540 d.C., depositó sulfatos en ambos polos por lo cual su fuente estaría situada en el trópico, y ahora se identifica Ilopango como su fuente. Ambas erupciones actuaron para enfriar el planeta durante varios años, conduciendo al fracaso de cosechas en Europa y Asia.