Parque Arqueológico San Andrés

 

Información para el visitante

El Parque Arqueológico San Andrés

El asentamiento prehispánico de San Andrés

La zona residencial

El centro monumental

Plano del centro monumental

Descubrimiento e investigación

Relaciones entre San Andrés y el Mundo Maya

Mejoras en el parque por FUNDAR y el Gobierno

Entrada al parque

Zonificación del parque

Cafetín

Obraje de añil colonial

Muro de protección

Conservación de estructuras prehispánicas

Recursos interpretativos para los visitantes

 

Información para el visitante al Parque Arqueológico San Andrés

Ubicación:

Kilómetro 32 carretera a Santa Ana, departamento de La Libertad

El parque ofrece:

  • La zona monumental de un centro maya del período Clásico Tardío (600-900 d.C.), con una acrópolis, pirámides y otras estructuras.
  • Museo de sitio.
  • Estacionamiento, área de picnic, cafetín (limitado a agua, gaseosas, bebidas rehidrantes y snacks).

Horario:

Martes a Domingo, 9am a 4pm (cerrado los días lunes).

Tarifas:

  • $1.00 / nacionales, $3.00 / residentes y otros centroamericanos, $5 / extranjeros.
  • $1.00 / motos y vehículos livianos, $3.00 / vehículos pesados.
  • Entrada gratis para nacionales menores de 12 años y mayores de 60.
  • Entrada gratis para residentes de Ciudad Arce con DUI vigente.

Recomendaciones:

San Andrés suele ser caloroso, por lo cual es recomendable usar ropa y zapatos apropiados. No se olvide de su sombrero y, por supuesto, su cámara. Hay ocasiones en que es útil contar con repelente de insectos. Ya no está disponible el folleto interpretativo sobre San Andrés.

El Parque Arqueológico San Andrés

El sitio arqueológico San Andrés tomó su nombre de la antigua hacienda en donde se encontraba. Como propietaria de la hacienda San Andrés, la familia Dueñas generosamente avalaba el acceso al sitio a sucesivas generaciones de investigadores, partiendo de 1940 con el primer proyecto en el sitio, liderado por John Dimick. Incluso cuando la zona monumental del sitio empezaba a ser visitada por turistas en los año setenta, los Dueñas permitían el uso del lugar como un parque incipiente manejado por el Departamento de Arqueología de la Administración del Patrimonio Cultural (antecesor de CONCULTURA), con nuevas investigaciones dirigidas por Stanley Boggs, Jorge Mejía y Richard Crane.

Al igual que los demás latifundios de El Salvador, la hacienda San Andrés fue intervenida por el Gobierno bajo la Ley de Reforma Agraria de 1980. El Biólogo Francisco Serrano tuvo la idea verdaderamente brillante de utilizar una cláusula de la Ley de Reforma Agraria para proteger recursos naturales y culturales, ya que ésta daba lugar a que el Gobierno se reservara áreas de interés nacional dentro de las haciendas intervenidas antes de entregar las propiedades a cooperativas. En 1981, Serrano trabajó junto con el Arqueólogo Stanley Boggs para identificar varios sitios arqueológicos dentro de las haciendas, y resultó ser factible “reservar” porciones de tres sitios para futuros parques: San Andrés, Cara Sucia y Quelepa. El subalterno de Boggs, Manuel López, hizo los reconocimientos de campo que fueron necesarios - un trabajo difícil y arriesgado por la situación violenta que se vivía en ese entonces.

La propuesta de reserva para San Andrés originalmente abarcaba alrededor de 120 manzanas (84 hectáreas), incluyendo la zona monumental y algunos montículos esparcidos, además de una buena muestra de la vasta zona residencial del sitio. Esta área representada solo el 4% del área total de la hacienda, por lo cual la reserva no hubiera tenido un impacto papable para la nueva cooperativa de San Andrés. No obstante, la propuesta de Boggs y Serrano fue reducida en mitad por una burócrata de aquella época. La zona finalmente reservada mide 54 manzanas (38 hectáreas). El Departamento de Arqueología cercó el área y utilizó una casa (situada en la zona monumental) para museo de sitio y bodega de mantenimiento, y así nació formalmente el Parque Arqueológico San Andrés.

En 1987, el Patronato Pro-Patrimonio Cultural propuso un proyecto para mejorar el parque, centrado en un nuevo museo ubicado completamente fuera de la zona monumental, con estacionamiento y un sendero interpretativo para acceder a las estructuras prehispánicas. Se proponía que el museo fuera similar en arquitectura a los antiguos cascos (casonas) de hacienda con salas dispuestas alrededor de un patio interno, y construido con paredes gruesas de adobe y techos altos, muy apropiados para el clima caluroso del lugar. Esta primera propuesta no prosperó. En 1995, el Patronato retomó este proyecto y había receptividad de parte de la nueva institución cultural de Gobierno, CONCULTURA. La propuesta original para el museo, basada en arquitectura tradicional que muchos consideran como agradable y apropiada para el clima, además de económica, fue descartada y reemplazada por un diseño modernista con grandes planos horizontales.

En las excavaciones de sondeo realizadas en 1995 en preparación para el nuevo museo, fue localizado por Paul Amaroli un obraje de añil colonial, sepultado por la erupción de El Playón en noviembre de 1658 (puede encontrarse más información sobre esta erupción en la sección sobre Joya de Cerén). Este es el obraje colonial mejor conservado que se conoce en toda la región, y, gracias a las condiciones anaeróbicas presentadas por las capas “selladas” de lodo de origen volcánico, conservaba objetos de madera. En 1996-1997, se realizaron excavaciones en la pirámide principal (Estructura 5, conocida como "La Campana") y su entorno, las cuales fueron dirigidas por Christopher Begley, con la participación de Jeb Card y Roberto Gallardo.

El asentamiento prehispánico de San Andrés

San Andrés está situado en las riberas del río Sucio, hacia el centro del valle de Zapotitán. Hoy en día, esta región es famosa por su fertilidad, un factor también importante para las comunidades agrícolas que se desarrollaron en tiempos prehispánicos. Esta circunstancia se refleja en la alta densidad de sitios arqueológicos en el valle, con un número total estimado en unos 350. Uno de ellos es Joya de Cerén, el cual queda a cinco kilómetros en línea recta al noreste de San Andrés.

San Andrés es uno de los centros prehispánicos más grandes de El Salvador. Habría constituido una capital regional entre los años 600 a 900 d.C. en el periodo Clásico Tardío. Esta antigua comunidad cubría un total de 200 hectáreas o más y consistía en un centro monumental rodeado por una amplia zona residencial común. Se cree que San Andrés llegó a señorear el valle de Zapotitán, y algunas zonas vecinas, como el valle de las Hamacas donde se encuentra San Salvador.

Este mismo lugar vio ocupación humana mucho antes de su apogeo como capital maya. Las investigaciones indican la existencia de un pueblo agrícola desde quizás 900 antes de Cristo hasta alrededor de 420 d.C., cuando la gigantesca erupción de Ilopango causó el abandono de la región.

 

La zona residencial

Se han realizado pocas excavaciones en la zona residencial de San Andrés, pero se sabe que las casas tenían paredes de bahareque construidas plataformas basales, y podemos suponer que eran similares a las preservadas en el vecino sitio de Joya de Cerén. Hace 50 años, todavía se observaba a simple vista alrededor de 140 montículos bajos en esta zona, que pueden haber representado los vestigios de residencias de mayor tamaño (¿similares a la Estructura 3 de Joya de Cerén?). Análisis reciente de fotografías aéreas indica que el número total de restos de residencias aún visibles en la superficie ascendía a unos 1,200 o más. Casi todas estas plataformas han sufrido graves daños por el efecto de los cultivos y saqueo.

Una pregunta frecuente acerca de San Andrés es, "¿cuántas personas lo habitaban?" Todavía no se dispone de la información necesaria para contestarla, y antes se necesita realizar extensivas investigaciones en la zona residencial. Ha sido una práctica común en Mesoamérica estimar la población de un sitio por el procedimiento de contar el número total de restos residenciales observados en un sitio, y luego multiplicarlos por lo que se supone es el tamaño promedio de una familia (generalmente se usan números alrededor de 4 o 5). Aparte del problema del tamaño promedio real de una familia, en el caso de San Andrés hay motivos para descartar este procedimiento en base a comparaciones con Joya de Cerén. El asentamiento vecino y contemporáneo de Joya de Cerén es la mejor guía para evaluar la zona residencial de San Andrés, y nos demuestra que sería erróneo asumir que cada vestigio aparentemente residencial era, de hecho, una casa. De las 11 estructuras excavadas en Joya de Cerén, solo 3 son viviendas.

 

El centro monumental

El centro monumental de San Andrés es un complejo de pirámides y construcciones anexas que ocupan un área de aproximadamente 20 hectáreas. Casi todas las excavaciones realizadas en San Andrés hasta el momento se han localizado en este sector del sitio.

Plano del centro monumental de San Andrés (basado en el plano publicado por Stanley Boggs en 1943, en el levantamiento topográfico de 1995 y en una fotografía aérea de 1999).

La mayor parte de la arquitectura en el centro monumental consiste de rellenos de ladrillos de adobe, con repellos hechos de una mezcla de barro y grava. Se ha documentado hasta cuatro etapas constructivas en esta parte de San Andrés.

En 1940, el primer excavador de San Andrés, John Dimick, reconoció que la zona monumental puede dividirse en dos sectores: la Acrópolis (es decir, una plataforma monumental que sostiene otras estructuras) y una Gran Plaza al costado norte de la Acrópolis. Posteriormente, en 1943, el Arqueólogo Stanley Boggs se refería a la Acrópolis como la “Plaza Sur”, y a la Gran Plaza como la “Plaza Norte”, y sus designaciones se han ocupado en algunas referencias. Sin embargo, tenemos que darle la razón a Dimick, ya que una acrópolis no es una plaza.

La Gran Plaza de San Andrés, despejado de monte por FUNDAR.

 

Vista de la Acrópolis tomada en 1940, antes de iniciar su excavación (foto cortesía de José Panadés).

 

Una vista similar tomada en enero de 2006.

 

No obstante lo anterior, las excavaciones han demostrado que la Acrópolis cubre una pequeña plaza abierta, pero en algún momento los dirigentes del sitio decidieron rellenarla con 500,000 o 600,000 de ladrillos de adobe, convirtiéndola en una plataforma elevada y de acceso restringido.

Se ha dejado una trinchera abierta frente a la Estructura 3 para indicar la profundidad hasta la plaza original, y para apreciar como el relleno de adobes conservó la escalinata de esta estructura.

La escalinata expuesta en la trinchera frente a la Estructura 3. En el talud se observan los ladrillos de relleno, cortados por la excavación.

 

Cuando se excavó esta trinchera en 1978, se encontró un cráneo humano en una fosa pequeña al pie de la escalinata soterrada. El cráneo es de un adulto de sexo masculino, con deformación frontal e incrustaciones en los dientes. Es de suponer que pertenecía a un enemigo de alto estatus, capturado y eventualmente sacrificado.

La construcción de la Acrópolis creó una zona exclusiva para los gobernantes del sitio y tal vez actuaba como un símbolo visual de su elevada posición social. Las acrópolis son relativamente comunes en los centros políticos mayas y generalmente son identificados como sectores de residencia elite y sus monumentos funerarios.

Sobre los extremos norte y poniente del Acrópolis se encuentra una serie de cuartos llamados aquí “Los aposentos” Los cimientos de dos cuartos han sido restaurados. Se interpretan estos cuartos como el área de residencia de la elite gobernante en San Andrés, posiblemente sirviendo como dormitorios y salas de audiencia. Serían los últimos palacios del sitio.

 

Una parte restaurada de "los aposentos".

Los costados sur y este de la Acrópolis están delimitados por pirámides de diferentes tamaños. Es probable que por lo menos algunas de ellas encierren las tumbas de gobernantes, pero hasta el momento no se ha excavado hasta su interior. La pirámide principal de la Acrópolis es la Estructura 1, donde hay tres etapas constructivas expuestas.

Arriba: La Estructura 1 durante las excavaciones de 1940 (foto cortesía de José Panadés).

Abajo: Una vista similar de la Estructura 1 tomada en 2008.

 

Se puede apreciar dos cimientos de piedra sobre la superficie de la Acrópolis. Boggs los interpretaba como vestigios de una casa pequeña con su cocina (el cimiento menor) que haya existido existió entre los años 900 a 1200 d.C. (el período Posclásico Temprano), cuando San Andrés ya había sido efectivamente abandonado.

Las dos plataformas pequeñas en el centro de la Acrópolis. Al fondo, desde la izquierda, la Estructura 4 (sin excavar), la Estructura 3 (con el rancho en frente, parcialmente excavada y con una trinchera techada en frente) y la Estructura 2 (parcialmente restaurada). El volcán de San Salvador forma el horizonte (vista hacia el este).

La Gran Plaza al norte del Acrópolis está prácticamente sin explorar todavía. Se puede especular que fue la ubicación del mercado de la comunidad, y de espectáculos públicos. En 1996 se efectuaron investigaciones preliminares en la Estructura 5, conocida como “la Campana” por la silueta acampanada que presenta su plataforma basal coronada por una pirámide.

Hacia el sur de la Acrópolis queda la Estructura 7, una de las únicas en San Andrés con revestimiento de bloques de piedra. Las excavaciones bajo Dimick en 1940-1941 notaron dos etapas constructivas.

La Estructura 7 en 1940. Esta plataforma escalonada tiene dos etapas constructivas, ambas revestidas con bloques tallados de toba, localmente llamado como "talpetate" (foto por Stanley Boggs).

La Estructura 7 de San Andrés, con su revestimiento de bloques de toba (vista hacia el sureste).

En 1978, Jorge Mejía descubrió en el interior de la Estructura 7 una ofrenda exótica, que contenía una vasija del Petén o Belice, un pedernal excéntrico (quizás de Belice), una espina de manta raya (empleada para autosacrificio) conchas y otros objetos.

Pedernal excéntrico de la ofrenda en la Estructura 7. Izquierda: fotografía tomada en 1978 por Karen Bruhns el día del descubrimiento de la ofrenda por el investigador Jorge Mejía. Derecha: el pedernal en exhibición en el Museo Nacional.

 

Cuenco importado de la ofrenda en la Estructura 7. Puede clasificarse como una de las variedades de la cerámica Petén Pulido, procedente de la zona de El Petén en el norte de Guatemala, o Belice.

 

Arriba: Cuenco del tipo Policromo Copador encontrado en la ofrenda de la Estructura 7. Copador es uno de los tipos de cerámica característicos del período entre aproximadamente 600 y 850 d.C. en el área comprendida por el centro y occidente de El Salvador, y el occidente de Honduras.

 

Espina de manta raya, utilizada para autosacrificio, de la ofrenda en la Estructura 7.

 

Varias conchas espóndilos (Spondylus princeps) fueron encontradas en la ofrenda de la Estructura 7, y otras estaban presentes en otros contextos de San Andrés. El ejemplar ilustrada es de una ofrenda encontrada sobre la Acrópolis en 1978. Evidencia de Copán y otros sitios, así como estudios iconográficos, demuestran que los antiguos mayas empleaban las conchas de espóndilo para captar las gotas de sangre obtenidas por autosacrificio con instrumentos como espinas de manta raya.

 

Sahumador de la ofrenda en la Estructura 7. Es del grupo cerámico local Guarumal, que usualmente es representado por cántaros.

 

Figurilla local hecha en molde, procedente de la ofrenda en la Estructura 7. Conserva restos de pintura poscocción en la orejera a la derecha, de color "azul maya" (hecho con añil).

 

Joya de Cerén fue sepultado por una repentina erupción volcánica por el año de 650 d.C., tiempos en los que San Andrés probablemente ya había alcanzado su categoría como capital regional. San Andrés, Tazumal y los demás centros del período Clásico Tardío en El Salvador, son abandonados por 850-900 d.C., como una versión local del llamado “colapso maya”. Las causas de este fenómeno aún son tema de vigorosos debates. Hubo alguna actividad humana en San Andrés después de su colapso, pero efectivamente dejó de existir como comunidad.

Después del colapso, el Valle de Zapotitán, al igual que los demás del centro y occidente salvadoreño, recibió numerosos inmigrantes del centro de México, cuyos descendientes se conocían como los pipiles. A la llegada de los españoles, el valle alojaba a varios pueblos pipiles, tales como Tecpan Yopico (hoy San Juan Opico), Coyo (hoy representado por Tepecoyo y Sacacoyo), Guaymoco (hoy Armenia), Quezaltepeque y Nejapa (originalmente al poniente de Quezaltepeque).

Otra comunidad del valle era conocida como “Atequepa” en el siglo XVI, probablemente ubicada en la hacienda de Zapotitán. Con el tiempo su nombre se deformó hasta llegar a ser “Tecpa” antes de su extinción en el siglo XVII. En el siglo XX, se hizo la identificación equivocada de “Tecpa” (o “Tecpán”, como una deformación adicional) con el sitio arqueológico de San Andrés, sin saber en ese entonces que San Andrés fue abandonado siglos antes de la Conquista. Todavía hay quienes creen en esta identificación, por lo cual llaman el sitio como “Tecpán San Andrés”.

La Conquista de esta región se inició en 1524, con la entrada liderada por Pedro de Alvarado, actuando como capitán de Hernán Cortés. Dentro de un siglo, la población nativa del valle de Zapotitán se redujo a, tal vez, solo el 5% de su nivel prehispánico, tal como fue el caso general en Mesoamérica debido sobre todo a las pandemias introducidas por los europeos. La mayoría de las comunidades del valle persistían, aunque con muy pocas casas habitadas, y retenían tierras comunales (en realidad, de calpulli), aunque se vendían extensiones entonces baldías a españoles para utilizarlas como haciendas.

Para ese entonces, a principios del siglo XVII, el sitio arqueológico San Andrés llevaba unos 700 años de abandono como una capital maya, pero vio nuevo uso como parte de una hacienda colonial (probablemente se encontraba dentro de la gran hacienda llamada Estamecayo). Las excavaciones de sondeo efectuadas en 1995 recuperaron evidencia de crianza de ganado y procesamiento de añil. La superficie del siglo XVII fue sepultada repentinamente por la erupción de El Playón en 1658, lo cual resultó en la conservación de numerosas huellas de pisadas bovinas, y de una trinchera que tal vez servía en lugar de un cerco (una alternativa para el confinamiento de ganado que persistía en esta región hasta la introducción de alambre de púas). Muchas haciendas en la zona combinaban la crianza de ganado y el procesamiento de añil (índigo), y así fue el caso en San Andrés. Las excavaciones descubrieron una instalación procesadora de índigo en excelente estado de conservación (gracias a la misma erupción). Estas instalaciones eran conocidas como "obrajes de añil", con múltiples pilas construidas de calicanto. Una etapa del proceso es el batido, logrado en éste y otros obrajes formales mediante ruedas hidráulicas. Sin duda, a poca distancia se hallaban cultivos extensivos de jiquilite (la planta de donde se obtiene el añil).

 

Descubrimiento e investigación

Por el año de 1910, un grupo de topógrafos mencionó la existencia de montículos cuando realizaban mediciones en la hacienda San Andrés. Este sitio resultó ser el más grande del valle de Zapotitán, y fue bautizado con el nombre de las hacienda, a veces llamándose “Campana San Andrés” debido a la forma de su pirámide principal, “La Campana” (Estructura 5).

A la fecha, se han realizado tres proyectos de excavación importantes en San Andrés. El primero fue dirigido por John Dimick entre 1940 y 1941, cuando se realizaron excavaciones en las Estructuras 1, 2 y 3 de la Acrópolis, la Estructura 7 (denominada como la Estructura 8 en 1940, y Estructura 7 desde 1978), y en la esquina suroeste de la Estructura 5. Stanley Boggs trabajó como asistente en este proyecto.

El Arqueólogo John Dimick en una excavación en San Andrés, 1940 (foto cortesía de José Panadés).

Entre 1977 a 1978 se llevó a cabo la segunda temporada de investigación notable, bajo la supervisión general de Boggs, del Departamento de Arqueología de la Administración del Patrimonio Cultural, con participación de Jorge Mejía y Richard Crane. Se excavó la cima de la Acrópolis hasta el nivel que corresponde a la última fase constructiva del sitio, encontrando los cimientos de “los aposentos” en sus extremos norte y poniente, y vestigios de lo que se interpreta como una casa construida después del abandono de San Andrés. La excavación de la Estructura 7 resultó en el hallazgo de la ofrenda con el pedernal excéntrico. Entre otras excavaciones realizadas en ese proyecto fue la trinchera que aún permanece abierta frente a la Estructura 3 para estudiar la secuencia constructiva de la Acrópolis.

Las restauraciones efectuadas en San Andrés entre 1941 y los 1980s utilizaron cemento para cubrir los repellos originales, y para restaurar superficies perdidas. En algunas paredes, se han agregado uno o dos hileras de ladrillos de adobe nuevos (consolidados con el polímero E-330) para proteger los adobes originales subyacentes.

El tercer proyecto de investigación fue auspiciado por el Patronato Pro-Patrimonio Cultural en 1995-1996, incluyendo la participación de los Arqueólogos Paul Amaroli, Christopher Begley, Jeb Card y Roberto Gallardo. En 1995 Amaroli dirigió el sondeo arqueológico para evaluar la ubicación propuesta del nuevo museo, en el cual se descubrió el obraje de añil sepultado en 1658. En 1996, Begley dirigió excavaciones en la Estructura 5, y Card en una plataforma ubicada al poniente de esa estructura.

 

El obraje de añil colonial de San Andrés, soterrado por la erupción de El Playón en 1658.

 

La Campana (Estructura 5) en mayo, 2005, antes de su desmonte.

La Campana en 2009. Partiendo del retiro del monte que iba dañando la estructura, FUNDAR rellenó senderos informales que surcaban la pirámide, instaló un techo para evitar más derrumbes en la cala excavada en los 1990, sembró grama en la parte superior y cubresuelo en la base.

Nota: El texto arriba titulado "El asentamiento prehispánico de San Andrés" fue escrito por Paul Amaroli en 1993 para ser utilizado en un folleto sobre el sitio publicado por CONCULTURA, y aquí aparece con ligeras modificaciones. Es alabador que trozos de este modesto texto fueron reproducidos con diligente fidelidad por K. Sampeck para las secciones 3.4.2 y 5.2 del documento "Plan Maestro de Manejo Integral de Joya de Cerén y sus Alrededores" (mayo, 1997) presentado por CONCULTURA y UNESCO (copias de ese documento y el folleto están archivados con el órgano cultural del Gobierno). Se menciona lo anterior para aclarar cualquier duda sobre el origen del presente texto.

 

Relaciones entre San Andrés y el Mundo Maya

Se puede argumentar que San Andrés encabezaba el último reino maya al sureste del Mundo Maya en el Clásico Tardío.

El primer investigador de San Andrés, John Dimick, observó la similitud entre los trazos de los centro monumentales de Copán y San Andrés, apuntando a una estrecha relación entre el antiguo e influyente centro de Copán y el nuevo y provinciano San Andrés. En ambos vemos una acrópolis aproximadamente rectangular, con una gran plaza que parte de su costado norte y que se define por estructuras largas. En las dos plazas se resalta una pirámide en el extremo noreste. Las dimensiones y orientación de estos conjuntos en ambos sitios son similares, aunque la Acrópolis de Copán es mucho mayor en su altura y, en particular, su complejidad. Podemos notar además que el trazo del centro monumental de Quiriguá también exhibe estas similitudes con Copán, y si bien son menos rígidas, es importante notar que gran parte de su plaza y acrópolis fue edificada durante el período en que Quiriguá se hallaba bajo el dominio de Copán.

También indicativa de una relación especial entre San Andrés y Copán es el hecho de que compartían varios grupos cerámicos. Entre ellos sobresalen los policromos Copador y Gualpopa. Los grupos Masica y Surlo se cuentan entre los otros tipos de cerámica presentes en los dos sitios.

La orientación general del centro monumental de San Andrés es de aproximadamente 24 a 26 grados acimut. Las excavaciones en el sitio han expuesto varios alineamientos, pero la originalidad de muchos de ellos es cuestionable debido a las extensivas restauraciones. Existen dos que pueden considerarse como confiables, entre aproximadamente 295 y 296 grados (considerando su orientación hacia el poniente). Uno de ellos es la estructura larga en el lado norte de la Acrópolis, y el otro es la Estructura 7, con su escalinata en el lado poniente. Esta orientación corresponde en términos generales la puesta del sol en el solsticio de verano durante el Clásico Tardío, siendo esto un evento astronómico muy importante para los mayas.

La Estructura 7 parece englobar la relación especial entre San Andrés y Copán. En San Andrés, el sistema constructivo se derive de antecedentes locales de arquitectura de tierra. Se utilizaba tierra en estado lodoso, o ladrillos de adobe, para rellenos. Los repellos eran de una mezcla de grava y arcilla. No se ha documentado el uso de cal. La Estructura 7 constituye un templo excepcional en la arquitectura de San Andrés. Fue revestida con bloques tallados de toba (talpetate), algunos de los cuales exceden un metro en su dimensión mayor. Una posible fuente de ese material es el vecino río Sucio, en donde hay estratos de toba expuestos. La mayoría de arquitectura monumental en Copán está revestida por bloques grandes de toba. Las terrazas verticales de la Estructura 7 no poseen la moldura superior común en la arquitectura de tierra en San Andrés, y más bien pueden compararse con los perfiles de las estructuras escalonadas de Copán.

En fin, la Estructura 7 es una anomalía arquitectónica entre los edificios de San Andrés. Se puede atrever a denominarla como una deliberada réplica de la arquitectura copaneca. Esto en sí es suficiente para considerarla como excepcional e importante. Pero la Estructura 7 es aún más extraordinaria por la ofrenda que contenía. La pieza central de la ofrenda era un gran pedernal excéntrico, del tipo que ha sido considerado como posible cetro real. Los perfiles tallados en este tipo de pedernal excéntrico muchas veces incluyen representaciones del dios K’awiil, quien se asocia con realeza y sucesión dinástica. El ejemplar de esta ofrenda es comparable a otras de su clase, aunque en vez de una clara representación de la tea empotrada en la frente que caracteriza K’awiil, en su lugar hay un elemento que se parece a una cabeza de animal formando parte de un tocado. Los cetros de pedernal excéntricos son objetos singularmente exclusivos a las actividades élites de los mayas en el período Clásico. Es posible que algunos de estos objetos hayan sido intercambiados fuera del Mundo Maya, terminando desprovistos de su significado original entre pueblos “foráneos”. Sin embargo, el contexto del pedernal de San Andrés sigue estrictamente las normas de ofrendas élites mayas, y esto nos informa que los dirigentes de este sitio eran participantes en el sistema de creencias y prácticas propio de los mayas. El pedernal fue colocado en esta ofrenda junto con otros objetos rituales particulares de los mayas: una espina de mantarraya – utilizada para autosacrificio – y varias conchas de espóndilo, que servían para captar la sangre de autosacrificio. La ofrenda contaba también con un cuenco exótico, cuidadosamente transportado desde tierras bajas mayas, huesos de peces (no se ha estudiado la especie o especies representadas) y cerámica local, incluyendo un sahumador probablemente empleado durante el ritual de hacer esta ofrenda.

Se informa que la excavación en la Estructura 7 fue suspendida después de encontrar esta ofrenda, y que no se profundizó más.

En consideración de lo anterior, se puede especular que la dinastía de San Andrés haya sido establecida bajo los auspicios de Copán, o al menos con algún patrocinio de ese antiguo y poderoso centro maya. La evidencia en mano indica que San Andrés se convirtió en capital regional a principios del siglo VII d.C., que correspondería al reinado del rey copaneco K'ak' Chan Yopaat (578-628 d.C.) o de “Humo Imix” (un apodo para ese rey, estando incierta la lectura de su nombre; 628-696 d.C.). Es interesante, y tal vez altamente significativo para San Andrés, que el Arqueólogo René Viel opina que durante el reinado de “Humo Imix”, la cultura material de Copán manifiesta marcados nexos con el territorio salvadoreño.

Siempre a nivel especulativo, es posible que el primer gobernante de San Andrés en el Clásico Tardío haya sido un copaneco, tal vez un hijo u otro pariente del gobernante contemporáneo de Copán, apoyado por guerreros o por un arreglo político entre los líderes locales. O tal vez la relación entre Copán y San Andrés haya sido establecida mediante el matrimonio de un gobernante local con una hija del rey copaneco, quien hubiera llegado con un séquito de sirvientes y posiblemente especialistas en los ramos de religión, fabricación de objetos suntuosos y otros.

Sea como subordinado, o aliado, una relación especial con el reino nuevo establecido en San Andrés hubiera facilitado el acceso de Copán a recursos críticos, como la sal producida en las salineras dispersas por la vecina costa del Pacífico. También hubiera sido importante el cacao que probablemente ya se producía en cantidades excepcionales en el territorio salvadoreño. Algunas de las cumbres altas de esta región sostenían bosque nebuloso, hábitat de los quetzales, y aunque su producción no se podría comparar con la de Alta Verapaz, hubiera sido de gran interés poder contar con varios manojos de sus apreciadas plumas cada año gracias a la mediación de San Andrés.

Como una última especulación, podría ser que la Estructura 7, con su ofrenda fuertemente relacionada con realeza y sucesión dinástica, sea el templo funerario del fundador de la dinastía local – tal vez un copaneco apropiadamente enterrado en un pequeño edificio construido al estilo de su hogar natal. Al ser así, su tumba podría estar debajo del nivel de la ofrenda (donde se suspendió la excavación) o en otra parte de la estructura aún no investigada.

 

Mejoras en el parque por FUNDAR y el Gobierno

FUNDAR co-administró San Andrés con el órgano cultural del Gobierno entre 2005 y 2009. A continuación se presentan varias de las mejoras que logrado en este período.

 

Entrada al parque

 

ANTES

La entrada al parque estaba lleno de rótulos feos. No había jardinería. El cerco era de alambre espigado.

 

 

 

DESPUES

Se retiraron los rótulos (se instaló un nuevo rótulo señalando la entrada). Hay jardinería con cubresuelo y palmeras, y postes que la delimitan. Se construyó un muro decorativo de toba (el muro fue financiado por el proyecto especial de CONCULTURA del 2008, en cuya planificación participó FUNDAR).

 

 

 

 

ANTES

La entrada antes.

 

 

 

DESPUES

La entrada ahora, con jardinería, portón nuevo y muro decorativo de toba.

 

 

 

 

ANTES

Así lucían los lados de la calle de entrada al parque.

 

 

 

DESPUES

Ahora están así, con muro decorativo y jardinización.

 

 

 

 

ANTES

La caseta de la colecturía. Su ubicación a medio camino entre la entrada y el estacionamiento lo dejaba vulnerable a asaltos.

 

 

 

DESPUES

La nueva caseta, ahora ubicada en la entrada al estacionamiento.

 

 

 

 

ANTES

El rótulo de la colecturía era burdamente pintado a mano.

 

 

 

DESPUES

Ahora es diferente.

 

 

 

 

ANTES

Al entrar a las instalaciones, el visitante encontraba tres puertas abiertas, sin ser claro en cuál de ellas debe ingresar.

 

 

 

DESPUES

Se ha señalado el ingreso con rotulación, cerrando accesos no útiles con rejas decorativas de hierro y plantas.

Se ha coronado los severos muros ciegos con teja, que recuerda a los tapiales tradicionales y embellece en lugar.

 

 

 

 

ANTES

Al entrar a las instalaciones, usted pasa un mapa grande de El Salvador. Unos rótulos viejos estaban colgados en la pared detrás del mapa.

 

 

 

DESPUES

Desde arriba:

Por estar a nivel el piso, el agua lluvia mojaba toda el área. Se volvió a adoquinar con pendientes apropiadas.

Al mapa nuevamente pintado, agregamos etiquetas señalando San Andrés y los demás parques arqueológicos, además de las ciudades y lagos principales.

Se fabricaron rótulos nuevos con información sobre los otros parques arqueológicos (en español e inglés).

 

 

ANTES

La entrada al museo de sitio.

 

 

 

DESPUES

Ahora con mayor señalización y con su coronamiento de teja que le da un aspecto más agradable.

 

 

 

Zonificación del parque

 

ANTES

Había ingreso sin restricción a la zona arqueológica, y sin reglas. Se utilizaba para jugar pelota, ventas, y como botadero de basura.

 

 

 

DESPUES

Se estableció una zonificación de uso. En la zona arqueológica no se permite comida, juegos, etc. El ingreso es por una puerta supervisada por un empleado del parque. La salida es por una puerta giratoria.

 

 

 

 

ANTES

Los vendedores de artesanías, minutas y cocos estaban entre las pirámides.

 

 

 

DESPUES

Habilitamos puestos para los vendedores, integrados como mercadito en las instalaciones del parque.

Los 8 vendedores son independientes y representan el sostén de varias familias locales.

 

 

El cafetín

 

ANTES

El área del cafetín tenía un adoquinado desnivelado por el crecimiento de árboles, y generalmente lucía descuidado.

 

 

 

DESPUES

Nivelamos el adoquinado, abrimos 3 ventanas en la pared al fondo y se maneja con mayor orden.

 

 

 

El obraje de añil colonial

 

ANTES

El sendero para ir al obraje de añil colonial (techo blanco a la izquierda).

 

 

 

DESPUES

Habilitamos un sendero adoquinado con barandales.

 

 

 

ANTES

El obraje no tenía protección contra inundaciones del vecino río Sucio. Se llenó con agua y lodo cuando el río se desbordó durante la tormenta tropical Stan en octubre, 2005.

DESPUES

Como medidas de protección, rellenamos el espacio por donde entró el agua de río, lo aumentamos con un muro, adoquinamos alrededor del obraje.

 

 

ANTES

La inundación dejó una capa de lodo sobre el obraje.

 

 

 

DESPUES

Se excavó el lodo utilizando herramientas de madera para no dañar los antiguos repellos de cal. La franja oscura en la pila indica el espesor de la capa de lodo. Este trabajo estuvo a cargo de Zachary Revene.

 

 

 

 

ANTES

Los taludes de la excavación se derrumbaban. Estaban fuera de los límites del techo, y el agua lluvia caía adentro de la excavación.

 

 

 

DESPUES

Arriba: El adoquinado llega dentro del límite del techo y su pendiente conduce el agua lluvia hacia cunetas y drenajes.

Abajo: Los taludes de excavación ahora tienen muros de contención.

 

 

 

 

ANTES

Así era el "acceso" para ver el obraje.

 

 

 

DESPUES

El acceso actual sí funciona.

 

 

 

Muro de protección

 

 

 

Para la protección del parque, y como parte del proyecto especial de CONCULTURA, en 2008 se construyó un muro prefabricado alrededor del parque, coronado con alambre "razor".

 

 

 

Conservación de estructuras prehispánicas

ANTES

"La Campana" (Estructura 5) es la pirámide mayor de San Andrés. Entre sus problemas de conservación estaban los senderos informales que surcaban su cima (señalados con la flecha) y un colapso sobre una excavación de los 1990. La excavación originalmente tenía un techo de palma, pero esto se quemó (está junto a cultivos de caña de azúcar que son incendiados todos los años).

 

 

DESPUES

Utilizamos barreras de ramas de morro (que pueden durar algún tiempo enterradas) para rellenar los senderos y el gran colapso que se observa en las primeras 2 fotos.

La última foto muestra el trabajo terminado y engramado.

 

 

ANTES

El lado poniente de La Campana tiene una cala grande y profunda de las excavaciones de los 1990. Sus taludes colapsaban bajo las lluvias.

 

 

 

 

DESPUES

Construimos un techo y lo colocamos sobre la excavación. Luego, lo forramos con zacate a manera de techo tradicional.

 

ANTES

En la Acrópolis, varias estructuras fueron parcialmente restauradas en las excavaciones pasadas, utilizando repellos de cemento, a veces aplicadas sobre los antiguos repellos originales. Existían varios puntos en que el repello de cemento se había desprendido, exponiendo los interiores a daños.

Arriba: La Estructura 1. Las flechas rojas señalan faltantes grandes en los repellos. Las flechas verdes indican árboles en crecimiento que también causan daños.

Abajo: Detalle de uno de los daños. Parte del repello de cemento se ha caído, exponiendo 3 capas de repello prehispánico que se iban perdiendo. La hilera de fragmentos de talpetate (toba) superior es parte de la restauración que, en este caso, fechaba de hace 65 años.

 

 

 

DESPUES

Primero documentamos los daños en las estructuras de la Acrópolis, y luego los reparamos con una mezcla de cal, arena y barro. Esto constituye la restauración de una restauración, lo cual actúa para proteger porciones originales de las estructuras.

 

 

 

Impermeabilización de la Estructura 1

Al realizar las reparaciones arriba mencionadas, FUNDAR observó que durante la época de lluvia, agua nacía de las parte con faltantes de repello de cemento. Evidentemente, el agua de la lluvia penetraba la cima (sin repello) de la pirámide y luego saturaba el interior de la estructura, actuando el repello de cemento para detener la salida de la humedad. En el año 2004, esta misma situación condujo al colapso de una pirámide restaurada (Estructura B1-2) en Tazumal.

FUNDAR recomendó que como medida de protección para evitar un colapso similar, se impermeabilizara la cima de las dos pirámides en San Andrés con “abrigos” de repello de cemento de su restauración. Las cimas de ambas pirámides (Estructuras 1 y 2) fueron excavadas hace décadas, y luego rellenadas nuevamente con tierra removida. Así que las acciones tomadas para su impermeabilización no afectaron depósitos arqueológicos.

Para impermeabilizar la cima de la Estructura 1, CONCULTURA contrató al Ing. Carlos Kerrinckx, un experto en el manejo y control de humedad de taludes y otras situaciones. Se ocuparon 3 capas de materiales: una membrana de PVC especial con una vida prevista (en condiciones enterradas) de más de un siglo, luego una capa de geotextil, y finalmente una malla de plástico para ayudar en fijar la tierra y grama puestas encima.

Aparentemente, esta es la primera vez que estos materiales han sido ocupados para impermeabilizar una pirámide.

 

Impermeabilización de la Estructura 2

FUNDAR impermeabilizó la cima de la Estructura utilizando una capa de suelo cemento, cubierta por tierra y grama. Simultáneamente se llevaron a cabo reparaciones en su restauración muy deteriorada, hasta el punto de que las alfardas estaban fragmentándose. Los materiales utilizados en estos trabajos armonizan visualmente, pero son suficientemente distintos de los materiales originales que nunca habrá lugar para confusión entre los dos.

Izquierda: terminando el proceso de impermeabilización. Izquierda inferior: ya terminada la impermeabilización, se continúa con reparaciones de la restauración. Abajo: los trabajos terminados.

 

 

Recursos interpretativos para los visitantes

FUNDAR editó un folleto interpretativo e instaló varios rótulos bilingües (español e inglés) en el parque para orientar a los visitantes y para ayudar en la interpretación.

Un folleto interpretativo estaba disponible en el parque hasta diciembre, 2009.

 

Rótulos sobre el sistema de parques arqueológicos en El Salvador.

 

Rótulos interpretativos en la entrada a la zona arqueológica.